Deporte es sinónimo de salud en cualquier etapa de la vida. Cada día se conocen más y más beneficios y recomendaciones en adultos, pero es verdad que surgen muchas dudas y cierto miedo cuando en niños y adolescentes se trata. Esto puede ser debido al desconocimiento generalizado y un menor número de estudios científicos que los realizados en adultos. Pero evidencia científica existe. Realizar ejercicio físico desde la niñez, siempre bajo la supervisión de un profesional y con una correcta adaptación de la intensidad, volumen y periodización de un programa de entrenamiento, tiene múltiples beneficios que os presentamos a continuación:
En relación al sobrepeso: el ejercicio físico continuado favorece la disminución de la grasa y su correcta distribución, que junto a una correcta alimentación, evita la obesidad.
En relación a los huesos: la actividad física regulada aumenta la densidad ósea de los huesos.
En relación a la hipertensión: los efectos del ejercicio físico son exactamente los mismos que en adultos, ayudando a normalizar los valores de la tensión en jóvenes con este problema.
En relación a la resistencia: ayuda a crecer tanto corazón como pulmones, aumentando la capacidad de resistencia. Recomendamos una actividad física diaria con una intensidad en torno al 75% de la FC Máx. El volumen total dependerá de la edad del practicante, y de su capacidad, dejando en manos de su supervisor la correcta periodización.
En relación a la fuerza: sigue circulando el mito de que el entrenamiento de fuerza en niños altera negativamente el crecimiento óseo. No sólo es infundado, ya que no existe evidencia científica que lo avale, sino que, como hemos indicado, la práctica supervisada y adaptada en esta etapa desarrolla una mayor densidad ósea. Además, se reduce el riesgo de lesión en el resto de deportes practicados, por lo que recomendamos empezar desde edades tempranas aprendiendo una correcta técnica. Entre otros beneficios, encontramos una mejor actitud hacia hábitos de vida saludables y una mejora del autoconcepto e imagen de uno mismo.
En relación a la flexibilidad y coordinación: como en adultos, estas cualidades pueden ser entrenadas y mejoradas, repercutiendo positivamente en la calidad de vida del individuo. En cuanto a la flexibilidad, sufre una disminución en la adolescencia si no se lleva a cabo su práctica.