INFLUENCIA DEL EJERCICIO EN EL PECHO FEMENINO

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Una de las principales preocupaciones de las chicas es mantener su pecho lo más firme posible. Para empezar, dejando a un lado los criterios hormonales, embarazo y edad (que son los que más afectan), hay que decir que la mama está constituida por tejido glandular (epitelial y conjuntivo) y por tejido adiposo. La glándula mamaria se encuentra situada delante del músculo pectoral mayor, envuelta en tejido conjuntivo que termina fijándose en la fascia de este músculo.

Pues bien, la grasa de la mama, como cualquier otra grasa del resto del cuerpo, se puede reducir, aunque no moldear de forma significativa con determinados ejercicios. Lo que sí es cierto, es que si nuestro músculo pectoral tiene un tono muscular adecuado, no sólo conseguiremos un mejor tono en el tejido muscular, sino también en la fascia que envuelve al pecho.

Este tejido se estimula con tensiones y tracciones, al igual que cualquier fascia de nuestro sistema muscular; ante estímulos de ejercicio físico regenera su tejido y aumenta la vascularización para continuar con su función estructural y, como resultado, estará mucho más tensa, sujetará mucho mejor los senos y evitará que caiga la mama a medio y largo plazo.

Por tanto, y para resumir, aunque el trabajo del musculo pectoral no influya en el tejido graso de la mama ni pueda moldearlo, sí que influye positivamente en la fascia que lo envuelve.

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